martes, 16 de abril de 2019




semanas enteras he llorado
ante la cuna de mi hija recién nacida.

Desde su entramado de mimbre viejo y amarillento
me mira y no soy más que sombra de lo que lloro.

Una vida antigua donde todavía cometo 
improperio atento, con mucho menos propósito, 
contra el corazón de lo que de mí se espera.




martes, 12 de febrero de 2019




lo más próximo a esta soledad sería estar solo. 
Cuando miro los tejados de las casas 
que me oprimen, negros, muertos de intemperie, 
tal si fuera mi irreconocible corazón 
quien como liquen imperfecto los habita, 
llevaba razón, se puede estar más solo.
Y seres queridos que antes huían ahora creen
en el fantástico enemigo que,
viendo caer la nieve en las habitaciones contiguas,
se deleita con las risas de los otros.
Pero no, nadie ve mi llanto
salvo yo; se refleja en el fondo de ese pozo.





miércoles, 6 de junio de 2018




casi dos semanas después
soñé no sólo que los globos se me escapaban
de las manos sino que nadie sería nunca 
capaz de identificar el cuchillo antes de que doliera 
y nosotros estaríamos ahí para lamentar 
el error de los demás y busqué y busqué 
me gusta indagar en el significado de los sueños 
y resulta que leí que soñar un globo que se eleva 
en el espacio hasta perderse en la distancia 
es anuncio de que se frustrarán los deseos 
porque se acercan los fracasos en las actividades 
y salí de la piscina con las manos en la intimidad 
y el grupo de mujeres que siempre acude 
a las presentaciones en público de mis trabajos
charlaban cuidadosamente sobre lo fácil que 
es guardar silencio cuando tenemos miedo 
a decir adiós así que nadie me preguntó por ti
enseguida el agua dejó de chorrear y callé que 
mucho antes de que el hombre soñara con 
derrotas y desengaños yo ya estaba perdido.




viernes, 1 de junio de 2018




el jilguero colorín
que antes de tocar la rama
la rama mueve. Ser como esa rama.
Esa imaginación, o esa desventura.

A menudo los niños 
que aprendiendo a mirar están 
no saben cómo de tanta paz tanto alboroto, 
pero comprenden que si eso es la poesía,
entonces ellos jamás serán el poeta.

Dejarlo todo en manos de ese instante, 
de ese lenguaje que, aunque tan fácil parece,
más hermoso y satisfactorio será detenerse 
observar el ejercicio de lo hermoso.

Y la felicidad también se parecerá a eso: 
aprender el silencio de la comtemplación.
Decir jilguero con las manos limpias
de avaricia y luego derrota.




jueves, 31 de mayo de 2018




te me pareces 
al vaho de los espejos.
Tienes esa gracia 
del breve cosquilleo
de la gota de agua que, 
apenas te ha rozado,
pubis abajo después de la ducha, 
ya parece que tiene que irse. 
Y me preocupa 
tanto no saber a quién acudir, 
quién me llama cuando, 
lejos mis manos 
de aquella última humedad 
del sexo, tengo 
que serenar mi corazón 
y pensar, 
por los niños, 
en mañana,
que me siento en el suelo,
frío, y hundo la cabeza
entre las rodillas
y descubro 
que es hermoso
ese estar 
a solas conmigo.




miércoles, 23 de mayo de 2018




ríos poco caudalosos, arboledas
gigantescas de gigantescos olmos secos.
Por la mañana: «Yo he soñado contigo
y un bosque.» Puentes de barro que el tiempo
ha derruido y un grupo de personas 
intimidadas por la prisa por volver a verte.
«He soñado contigo» y cada cierto tiempo
compruebas que mantengan bien atada
la venda de los ojos.
Así, a tientas, entre tu poesía y la mía
habrán de separar cuánto de lo que ambos
queríamos decir es lo que dijimos de lo que
finalmente dijimos. Y la forma de decirlo.
Y si no nos comprenden, cariño, después
de lo de Chernóbyl, que el despertar sea
siempre así, ininteligiblemente provechoso,
a la manera del amor maduro.




miércoles, 16 de mayo de 2018




Aquello no era Chernóbyl pero casi.
El viento hundía tu cabeza violentamente
contra mis hombros / a punto de dar
la hora incorrecta en la estación vacía
—Todavía se puede escuchar el sonido
de los últimos trenes, —pensaba—
y nos permitía separarnos por que no
confundiéramos con una lágrima el agua
que de su misma perversidad emanaba.
—Subirás a ese tren, muñeco de trapo amante
de sinsentidos, recordarás que me has amado,
disfrutarás esos paisajes y escribirás el poema.
Algo desorientado y torpe en el andar me di la vuelta.
No te habías movido de tu sitio, qué viento
podría arrebatarte tu apropiada ocasión de florecer.
Y luego el diálogo de después y el frío, mucho frío.
Las montañas altas y sus cotas cubiertas por finas
neblinas que morían siendo dos en el paisaje
sin ningún rencor por la mentira.




martes, 1 de mayo de 2018




III

—Un cocodrilo, he olvidado su nombre,
fue capaz de morir y renacer numerosas veces,
cien mil, en concreto, y así había pasado los siete 
años de su vida; a modo de figura de piedra 

al frente del jardín de aquella familia mientras 
tú sueñas conmigo.

La ciudad se había inundado y a ti lo que te preocupaba
era el pasado de ese animal, y no tanto el hecho
de que fuera científicamente irracional a un cuerpo vivo
que muere seguir llamándolo vivo.

—Vistió siempre de blanco, cuando se desperezaba
tras su letargo grandes masas de polvos blancos extendía
a este y aquel lado del porche de la casa y a eso,
alguien como tú, seguramente lo hubiera llamado
relación sentimental.

Y yo aún no seguía tus pasos, de haberte comprendido
antes te hubiera convencido de que, aunque seguramente
no es un poema al uso, no a lo que estás acostumbrada,
realmente esto es un poema de amor.

Y tú a lo tuyo, cariño, ni palabras complejas utilizabas
ni declaraciones de que lo nuestro transcurría por buen cauce.
—Si miras abajo, decías mientras yo soñaba contigo;
—Si miras bajo el agua la sombra de lo que te atormenta
parece un tiburón a punto de devorarnos a los dos.




viernes, 20 de abril de 2018




Son las primeras horas de la mañana, 
decenas de gorriones, alegres y jocosos 
se detienen en uno y otro cableado,
cada uno porta el desayuno que ha elegido.
Si se mira bien puede apreciarse 
cómo la miga de pan se despeña, ahora 
el alimento está en territorio de todos.
A ojos más fáciles son migajas de lo que 
será el día de hoy. En el aire azul ocupan 
el lugar de las máquinas de guerra.
Podríamos ser como ellos.

Con sus cantos agudos me lo cuentan, 
y yo escribo el poema.




miércoles, 18 de abril de 2018




«Cada cual encontrará en la nube 
que adopte la forma del dolor que lleva.»
Te empeñabas en hacerme ver las cosas 
que en otra situación, tal vez por la soledad, 
quizá por el agotamiento yo hubiera creído.
Tenías esa facilidad para el diálogo.
«Grandiosos animales acuáticos
cruzarán el cielo de costa a costa.»

Y yo miraba al suelo, como el que busca 
las palabras de perdón de mamá o exhausto 
niño que busca la cremallera del pantalón 
y la encuentra y hace pipí en cualquier lugar, 
todo el rato al suelo. En mí conociste 
diversas maneras de agachar la cabeza.

«Cada cual encontrará en esa nube 
la forma del dolor que lleva. Antes de jugar 
con la imaginación recuerda que ni la infancia 
fue tan dura ni yo te abandonaré tan joven.»

Apenas habían pasado unos minutos 
desde que dejáramos atrás aquella habitación 
tan blanca y fría; alcé la vista y dije:
«Apuesto todo al resurgimiento, al nuevo día
de mañana. Pero si no vuelvo, recuerda este poema,
en él dejo instrucciones acerca de cómo aprender 
que cada uno tiene talento para la muerte 
en que prospera.»




domingo, 18 de marzo de 2018



Ahora llegará él, el hombre 
que no conozco; habrá dejado 
de llover o no. 
Traerá resueltas sus tareas, 
y querremos estar lejos o dormidos 
cuando arrastre hasta aquí 
sus teorías fundamentales
acerca de los contemporáneos 
de cómo los poetas reprochan 
a la vida haber contemplado tanto. 
Nadie diga que escribo mientras 
sucede / es pronto para saber 
lo que está a punto de ocurrir, 
y en la escala de desconocimientos, 
para con el otro, siempre yo primero.
Sé pocas cosas acerca de esta noche,
-escribo poemas a los que les falta algo,-
que estamos ante una estatua de bronce, 
ella mirándome como si estar 
a la derecha de un hombre todavía 
mereciera agradecimiento, como 
si nos hubiéramos encontrado antes, 
y él, a quien no mataré, a punto 
de no llegar para abrazarla, 
como unos pocos.

jueves, 1 de febrero de 2018




soy el hombre de las
montañas nevadas cuyos sentimientos
llegan a ser la parte estrecha de un pasillo,
que comprende que la enfermedad 
no entiende de quereres / río a carcajadas
porque nadie está tan solo. Salvo yo,
que me hundo en la miseria de los hospitales,
que aprovecho el llanto en las habitaciones 
contiguas para no escuchar mi vanidoso llanto. 

La parte del corazón que puede ser atravesada 
por la daga expuesta a los vientos del norte
calla vuestros nombres, de los que partisteis,
y del número de habitación donde la nieve
cae, avizor, mientras duermo o pienso
en el poema.




jueves, 18 de enero de 2018




Una casa que me es ajena, 
ningún amor como aquel mío, 
y una puerta y una tarea nada complicada: 
mantenerla cerrada a los recuerdos insolentes.
Y llaman, salvo una niña un niño y un 
tercero que viene en camino, ninguno hijo mío, 
estoy solo.
Más ajena por lo que conjeturo que fue 
la historia de esta casa que por lo divertido 
que me resulta observar jugar a dos niños 
a los que no conozco.

Llaman, quién persiste ahí. Me resisto a dejar 
entrar a un desconocido, que no es el demonio, 
que no es el amor que renace. 
Desde este lado puedo oler su cal viva. 
Que venga solo, golpeo como diciéndolo 
dos veces el suelo con la palma de mi mano.

Antes de que vuestro papá vuelva, niños, 
haré por sostener la poca vida del ahogado, 
a la altura de la boca, para que de los que un día 
me quisieron apenas el que está por venir 
se percate del exiguo peso de mi cuerpo, 
asustado, de rodillas.




lunes, 18 de diciembre de 2017




tan pronto como termino 
de anotar lo que me desagrada 
una piedra entra en la garganta, 
corriente de aire frío 
permanece estática, 
inmóvil posicionamiento
frente a los olvidos en el querer,
y me deja solo, y regresa,
y dónde está Alejandra.
Dura como infancia 

piedra que encontró su recoveco
y se deshace, 
y las personas 
que dicen estar a nuestro lado
tienen miedo 

de que uno se les torne 
únicamente sombra.

A lomos del filo de algún
cuchillo, estudio los finales.





martes, 21 de noviembre de 2017




el segundo día de las pesadillas
se me habría encomendado la tarea
de atravesar un gran lago de aguas negras,
sería primordial lograrlo antes de que
el odio derramado sobre quienes 
irreparablemente alguna vez me hicieron daño
y marcaron mi infancia
se apropiara de la única porción de tierra
donde proteger todavía a mis seres queridos
y una sola luz / ballenas tras máscaras
de inocencia cuyo llantos no alumbraba,
una puerta cerrada y dejas a tu amigo ahí,
ahondando en la idea del solo. Una voz
que no será como las otras voces,
la mano que puede empujarte al barranco
en un momento dado o la poesía, si no
despiertas, haciendo lo que puede para
salvarnos de la infiel estructura de la fiebre.




viernes, 17 de noviembre de 2017




el tiempo es poco 
y el corazón muy ancho, 
me lo digo, apenas me lo susurro. 
Me dejo escuchar. 
El sonido del tren traído por el viento 
a este lado del pueblo, junto 
a unas pocas cosas que me importan 
y que son fáciles de averiguar, 
lo dice con otras palabras 
que acaso todavía se podrían enumerar 
con la paciencia del que sabe 
que ya no puede llegar tarde a ninguna parte, 
que todavía pueden caer cosas 
desde una torre muy alta. 
Todo llega a su término, no llueve 
sobre estos huesos cansados, 
no es invierno todavía. 
Y está la mujer, sentada junto a su hija, 
dolida, desangelada, y muerta, 
esperando que alguien prenda 
la luz en la alcoba que salve 
los pocos ojos limpios 
que sobreviven en la tierra.





jueves, 26 de octubre de 2017




los primeros días 
después de aquello que me adoleciera 
el sueño se antojaba rápido, y casi siempre 
me era interrumpido por cualquier 
pequeño cambio de dirección 
en los inestables vientos de las calamidades. 
Yo ya no encontraba esas pequeñas alegrías 
en el vivir porque había quedado 
blando como la raíz, y por entonces la humedad 
de los huesos me había llegado ya 
a la parte con que se honra el cuidado 
de familia y amigos. Detenerme cada despertar 
y dedicar el tiempo a hacer memoria 
-¿habría tocado hoy sueño bonito?- era un lujo 
que no podía permitirme. El día de los muertos 
estaba cerca y si algo me distinguía, 
esforzándome en mantenerme lejos de aquellos, 
era mi insaciable capacidad 
para hurgar en lo que ya estaba vacío.




jueves, 19 de octubre de 2017




La altura del tejado 
determinaría lo que de este bando 
están dispuestos a hacer por mí, 
por eso no miraba atrás en el vacío,
no soy muy dado a la compasión de los demás.
Los pies descalzos antes de subir / recuerdo 
que estaban fríos y dolían. Recuerdo que los amigos 
de la familia hincaban en mis carnes 
sus resentimientos poderosos
y en esa sonrisa fingida encontraban la manera 
de darme el ánimo del que todo suicidio es digno. 
Eché un vistazo callé -¿por simple comodidad?- 
el dolor que como perros que pierden a su cría 
los que son como yo llevaban en los ojos. Tenía 
tanto sueño que de tanto imaginar me dolían 
los miembros cansados de las mujeres que se ven 
en la obligación de luchar por lo que siempre 
nos ha parecido justo, pero en la familia 
de las altas expectativas siempre hay un precipicio 
al que asomarse y sentir el entusiasmo del salto, 
antes de seguir, morir sin terminar, rendirse.
en esta casa soñar siempre ha sido 
cosa de desocupados.




lunes, 14 de agosto de 2017




papá llama por teléfono a mamá 
para preguntar por su hijo muerto. 
Decenas, centenas, miles de personas 
acaso oprimidas por un sistema que 
hace creer que en cuanto a capacidad 
de escupir el odio y la enemistad 
todos somos iguales, que inunda nuestros 
hogares de miedo y podredumbre, demostrando 
que todas las cosas están compuestas 
-¿y si no fuera así?- de dos polos, hacen brotar 
la primera semilla de esperanza y esta llega 
hasta la cama de hijo muerto, sueña con ellas
y las llama amigos. Mamá responde con una voz 
gastada, se aprecia el cansancio de buscar 
respuestas a las repentinas preguntas 
de papá, pero es lunes a la mañana y aunque 
al otro lado del teléfono nadie apreciará 
el movimiento de unas manos que pase lo que 
pase siempre estarán para amar, para que hijo 
muerto no despierte todavía, mamá abre 
la puerta del cuarto, muy despacio y, tras un 
rápido vistazo, vuelve a cerrarla y respira: 
un día más nadie como ella para ganar esta guerra.




martes, 1 de agosto de 2017




sentirse como crees 
que debe sentirse esa nube 
blanquísima y sola en un 
inmenso cielo azul, cuando 
mires hacia donde mires 
todo es lejanía, salvo a los
ojos de mamá, que cuando
el espectáculo del hijo
mirando todavía al cielo
se le aprecia en el cuerpo
la presencia y el nombre
de su hija muerta.








las salamanquesas son 
distintas, cuando pierden pierden. 
Algo había sucedido en aquella 
casa de campo y durante mucho 
tiempo las salamanquesas prefirieron
esa estrechez entre la parte de atrás
de la persiana y el cristal
de la ventana. Después del cortejo
al macho una salamanquesa advierte
el inminente final de la vida: —¿y si
todos los finales mienten?
La esperanza de la salamanquesa
se basa en aferrarse a que cuando
se apaguen todas las luces, la pared
rugosa avance y crezca, Gemma
regrese a su pueblo siempre por
última vez, ningún demonio, ningún
ángel, y que no quede en los cuadernos
de los poetas un resquicio abierto
a la salvación.








admiro los caracoles que 
no se cansan de insistir en la posibilidad 
de que tal vez tanta derrota sólo sea 
imaginación mía, 
en su densa coraza de miedo y calcio, 
duramente, como podría admirar
cualquier otro animal que se arrastra.








así la luna está muy fea
dije quién es toda esta gente
dónde está mi pueblo su luna
perfecta ¿te irás pronto?
aún tengo más preguntas
¿has visto al poeta? ¿te gusta
esta camisa? ¿de veras no
prefieres la luna cuando
está vacía? ¿vas a quedarte?
¿sabrías hacerme el favor
de ahogar mis demonios
en tu vaso de agua?








la memoria, 
la memoria amarilla y oscura

y un ángel que pisa y pasa
de un extremo a otro 
de la pérgola de las tertulias
aprovechando el silencio del poeta

hasta la prisa por largarnos

desde la certidumbre que 
nunca llega.







diré animales acuáticos
que se querían, que entre las sombras
indefensas que la luna manipulaba
adelfas en la tierra buscaban quererse
y ninguna flor estaba seca, las niñas
mandaban a paseo primeras opciones
eligiendo su juego, y pedían a papá
un rinconcito donde leer a solas
el trágico destino
de las mujeres sabias de Molière.
Apenas había llovido en unos días,
tú tenías que volver a tu ciudad
y a las puertas del pequeño teatro
animales domésticos asomaban
sus diminutas cabezas de niño tonto
sobre los campos secos de trigo.








trazos asimétricos serán expuestos
a docenas en galerías donde viejos visitantes
del arte verdadero expulsan un olor a cuerpo
arrepentido de decir lo que vale y lo que no
sin obtener méritos ni medallas, y sus hijos,
a edades muy tempranas, abandonarán la vida
con sus propios cuchillos y hondos precipicios
elaborados con sus propias manos. -Lagunas
de indiferencia carcomerán nuestros huesos.
Después de haber trabajado duro, el esfuerzo
no siempre da su fruto. Muerto el poeta
se acabó la rabia. Y el único niño, el más cobarde,
huérfano, sacudirá sus pantalones recién lavados
ante el nuevo panorama de artistas jóvenes, -arte
conceptual esto de la nueva muerte- y tras una tarde
en el museo volverá a casa, solo, y antes de
releer sus notas, incluso antes de hacer balance
de cuánto de lo que ha dicho es lo que quería
decir, dormirá con la tranquilidad del que es amado
por lo cerca que está de parecerse a los demás.











he colocado tu regalo entre la fotografía
de mi hermana y el reloj de arena, después 
de la poesía dimos un lugar a los pájaros, 
si no me salva al menos ayudará mirarlo,
como tú mirabas a las niñas antes de irte.








hay nubes como 
perros en el cielo a la hora 
del insomnio un no saber 
porqué carecemos de respuesta 
amable para las cosas que 
nos salvan, por ejemplo,
de nosotros mismos cuando
somos pez que de las manos
escapa.








el canto agudo del saltamontes común 
los atardeceres de verano me invita a apagar
el televisor, a acercarme a la puerta de la casa
y arrimar el oído, ahí permanezco largo rato 
en silencio, sólo escuchando el reclamo 
a la hembra. Enseguida intuyo que debe estar
posado en la varilla de la cortina
e inmediatamente invoca mi infancia. Algunos
dirán que ni fue tan dura ni queda tan lejana.








todo en el amor es
amor excepto el hombre,
que es compromiso,
jarrón vacío de flores
una tarde / oquedad
ausencia de gato
haciendo sus delicias.